Alrededor de los 50 algunos tenemos más de 20 años laborales en el cuerpo y si no amasamos ya una pequeña fortuna (heredada o por propio mérito, da lo mismo), lo más probable es que nos enfrentemos a un número más o menos similar de años de trabajo por delante. Por necesidad, elección y esperanza de vida, el camino aún es largo.
Cercanos a los 50 años estamos en lo que llamo el “medio tiempo” laboral. El que no tiene un despido en el cuerpo (o varios), está cerca, y el que aún no ha emprendido, o incluso probado el sabor de la quiebra, la idea de un negocio propio ya le da demasiadas vueltas en la cabeza.
A estas alturas ya tuvimos nuestros logros profesionales y probamos más de algún fracaso. Hicimos nuestras inversiones académicas y ya sabemos si vale la pena o no volver al aula. Conocemos la diferencia entre un buen y un mal jefe, y entre una buena y una mala empresa. Debiésemos tener claridad acerca de nuestras fortalezas y debilidades, y en relación a lo mismo una idea razonablemente clara sobre lo que nos gustaría seguir haciendo. Sabemos qué lugar ocupan la familia y los amigos en nuestras vidas.
Cerca de los 50 tenemos un grado de madurez que nos aporta seguridad. Nos sentimos bien a la hora de valorar lo importante de lo accesorio. Aún estamos lejos de saberlo todo. Somos lo suficientemente jóvenes como para sentirnos energéticos pero ya distinguimos con cierta claridad los cantos de sirena.
Es un buen momento de la vida cerca de los 50, solo si sabemos sacarle provecho. No todos somos capaces de hacer un alto y evaluar nuestras opciones: hacer el resumen del primer tiempo y ver cómo vamos a enfrentar el final del partido; hacer la autocrítica y tomar las decisiones arriesgadas. Tener las conversaciones difíciles, pedir feedback crudo y mover el tablero.
Muchas veces esperamos que sean las circunstancias las que decidan por nosotros y creemos que las cosas “se irán dando en el camino”. Yo creo que eso muchas veces pasa, pero también pienso que hay que darle una mano a la vida.
1. Es necesario despojarse del ego El camino a la cima es cada vez más estrecho y si tú no eres uno de las "elegidas" o “elegidos” para continuar por esa senda, no te preocupes, el mercado es lo suficientemente grande para todos y aún más para quienes tienen experiencia que aportar. El asunto es que para seguir ocupando un lugar en ese mercado, es necesario hacer renuncias que no siempre son bienvenidas. Menos cargo, menos sueldo, menos status, menos beneficios; y muchas veces integrarse a industrias distintas y dirigidas por sus propios dueños, que obliga a reestrenar la flexibilidad, capacidad de aprender y la tolerancia a la frustración, a las que no fue necesario acudir por un buen tiempo antes. Pero el premio es grande: volver a ganarse un espacio en el mercado y con paciencia, probablemente recuperar esas estrellas que tanto sacrificio te costaron en el pasado.
2. Es imprescindible actualizarse Los éxitos pasados no garantizan éxitos futuros. Haber sido el profesional más creativo, el gerente más aguerrido, un líder carismático, el jefe exigente, el formador de equipos, etc. Si bien éstas y otras son cualidades valiosas, ninguna de ellas garantiza que podremos seguir cosechando victorias si no vamos actualizándonos. Hoy casi todos los autos vienen con frenos ABS y control crucero, a diferencia de hace unos 20 años donde solo los modelos de alta gama los tenían. Es necesario combinar las habilidades probadas con nuevos conocimientos: estudie marketing digital, haga un curso de coach, entérate de qué es la transformación digital y cómo lo hacen las empresas exitosas en este ámbito, como se gestiona la innovación, etc. Estos y otros conocimientos que puedes encontrar en forma gratuita en internet pueden elevar tu conversación como candidato o darte ideas para emprender.
3. Emprende sí o sí Nunca más dependas de un solo ingreso. Pasados los 40 la rotación laboral aumenta mucho y si no alcanzaste una posición de alta dirección (e incluso así), la probabilidad de volver a la búsqueda es alta. El asunto es que emprender no es fácil porque es un mundo lleno de mitos, pero es mucho más recomendable hacerlo mientras trabajas, que estando fuera. Lo primero es hacer algo que antes hayas hecho, ya sea como empleado o emprendiendo. Aunque todos digan que las energías renovables son el futuro, si no has estado metido en eso antes, mejor olvídalo. Luego, que el emprendimiento tenga un periodo de diseño, prueba y error rápidos. No te lo pases divagando una idea a la espera de lanzarla con tu próxima indemnización. Una vez que generes unos pocos ingresos, trata de destinarlos a formar un equipo que haga funcionar el negocio sin que debas dedicarle mucho tiempo.
4. Ponte a disposición de los demás Por ahí leí que la gente exitosa, entre sus muchas cualidades, contaba con un mejor sentido de servicio a los demás. Yo creo que ponerse a disposición del resto te asegura un espacio siempre. No se trata de servilismo, sino de una honesta disposición a ayudar. Creo que una sociedad que nos forma para ser competitivos, donde se valora mucho el ganar siempre, nos dispone a medir siempre el retorno de cada una de las cosas que hacemos. A veces pienso que en ayudar siempre hay un retorno positivo, incluso económico en el largo plazo. Hay que darse tiempo para los demás: asesorar sin costo, recibir a quien te pida una reunión, orientar, entregar referencias, etc. Uno ayuda en algo, te hace sentir mejor y a la larga obtendrás un beneficio.